domingo, 7 de abril de 2013

OBREROS, REYES Y ZÁNGANOS


     La sociedad entera es como una colmena, donde los obreros son la inmensa mayoría y se dejan gobernar, por los sobre el papel más capacitados. No suponiendo esto abuso de poder, pues si esto sucediera hay mecanismos para corregir y encauzar ese poder al servicio del interés general de la sociedad.

     El respeto mutuo y la igualdad de oportunidades es lo que hace factible la convivencia, pero cuando los reyes (gobernantes) toman partido por los zánganos (especuladores y oportunistas), se rompe la armonía. Como una mancha de aceite se va extendiendo la corrupción que alimentan los zánganos, impregnando de ella a los reyes que con su ambición acaban por ceder ante la oportunidad de enriquecimiento fácil y rápido, a medida que los reyes y zánganos se enriquecen, los obreros empobrecen.

     La crisis no es más que una guerra encubierta. El sistema necesita eliminar lastre y lo tiene que hacer de la forma que a los reyes le parezca más civilizada, que no es otra que anticipar disimuladamente la muerte de aquellos obreros menos productivos para la sociedad, o sea: los enfermos, ancianos y dependientes. Aquí es cuando los mecanismos, Justicia (brazo ejecutor) e Iglesia (brazo moralizador), fallan estrepitosamente, porque el poder judicial y la cúpula de la Iglesia, organismos compuestos ambos, por hombres zánganos y acomodados  no cumplen con su razón de ser, abandonando sus principios que no son otros que la protección y el amparo de los más pobres y necesitados, defendiéndolos si se tercia, que si se tercia, con uñas y dientes de la injusticia del poder corrompido y apelando a la conciencia cristiana de que tanto presumen los poderosos.

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