sábado, 20 de abril de 2013

FRANCISCO, ¿QUIÉNES?


     No debemos tener miedo de la bondad, ni siquiera de la ternura. Estaré al servicio de los más pobres, débiles y pequeños. Hay que condenar a todos los Herodes sin lugar a inequívocos, la fe y la justicia son inseparables.

     Dios, como me gustaría creerte, como me gustaría que se llevara a cabo todo esto que dices, pero tú sabes, Francisco, que el poder que emana de los ricos católicos no te lo va a permitir, antes la guerra y la miseria, que perder ellos un ápice de su poder y riqueza. Los católicos practicantes, no son proselitistas aunque sí dogmáticos y ese dogmatismo los lleva a actuar en contra de la necesidad   de los más pobres y necesitados.

    Francisco, condenas la avaricia, el egoísmo, la violencia, las drogas, la trata de seres humanos y la sobreexplotación de los recursos naturales. Yo te digo que la avaricia, el egoísmo  y la violencia tienen nombres y apellidos, que hay que hablar alto y claro apelando a la conciencia cristiana de los católicos practicantes del pecado. Tus antecesores se limitaron a generalizar y sus denuncias se diluyeron en el equilibrio de la figura retórica de los usos y costumbres, guardaron las formas convencionales y no se mojaron. Si tú no te atreves a descubrir señalándolos con nombres y apellidos a los avariciosos, egoístas y violentos. ¿Quién lo va hacer? ¿nosotros, los temerosos?

     La Iglesia nos dice que somos imagen y semejanza de Dios. ¿Quiénes? ¿los ricos? ¿los pobres? ¿los de izquierdas? ¿los de derechas? ¿los guapos? ¿los feos? ¿los listos? ¿los tontos?. O somos o no somos, o es que semos. Esto no lo entiende ni Dios. 


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