viernes, 27 de septiembre de 2019

UN CAMINO.... EL DE SANTIAGO

                                                                         LA AMISTAD
     
     A veces, cuando te acercas al final del camino de la vida, parece que todo languidece... y no. Como  bien dice el refranero español "hasta el rabo todo es toro". Los caminos se bifurcan y entroncan, y en una de esas intersecciones si eliges bien, la vida todavía puede darte grandes satisfacciones. Dicen que los verdaderos amigos se hacen en la niñez y en la juventud, que después es muy difícil hallarlos, yo he tenido la inmensa fortuna de hacer uno ya jubilado y lo único que espero es no decepcionarlo ni que me decepcione. Pese al poco tiempo en que se cimenta nuestra amistad parece todo, nunca mejor dicho, rodado.

     La gran afición que compartimos y nos une es la bicicleta, él como ciclista es mayor de edad, aunque sea algo más joven, yo como ciclista aprendí tarde y aun me estoy haciendo. Lo poco ciclista que soy me dio para hacer juntos un camino, el de Santiago.


                                                              EN TREN A PONFERRADA


     Fue de madrugada cuando embarcamos con nuestras bicis en el tren con dirección a Ponferrada, aprovechando el traqueteo de aquel tren practicamente vacio, dormitamos, primero "po la beira do Miño e despois po la do Sil", precioso recorrido pero eso es ya otra historia.

       En una de las paradas, ya en la "beira do Sil", accedió al vagón donde nos encontrábamos Elvira una señora algo mayor que nosotros y muy dicharachera, gracias a ella el tiempo se nos hizo más corto y ameno, tanto es así que a mí me metió una inyección de moral al rebajar mi edad real en catorce años, la señora se apeó una parada o dos antes que la nuestra, ahora mismo no lo recuerdo, y por fin llegamos a nuestro destino, Ponferrada.




                                                                A LAS MÉDULAS

     Aun no eran las doce del mediodía y después de acomodar nuestras cosas en el hotel, con tanto tiempo por delante decidimos coger las bicis y hacer una visita a Las Médulas, esta salida estaba fuera de la programación y los setenta km. que nos llevó, oficialmente no nos fueron convalidados para el Camino de Santiago.

     Pedaleamos incansables veinte y cinco km hasta llegar, rodeamos todas Las Médulas durante otros veinte km. e incluso penetramos en sus entrañas, donde admiramos de cerca las distintas erosiones hechas por los romanos. Regresamos a toda pastilla a nuestro hotel en Ponferrada y después de ducharnos aun nos dio tiempo a una visita al casco viejo donde cenamos.







                                                COMIENZO DE LA PEREGRINACION                                                                                                      1ª Etapa, de Ponferrada a O Vicedo.
                                                                  Jueves 19 09 2019

   

     Salimos por la mañana no muy temprano con dirección al alto Do Cebreiro. Empezamos a pedalear hasta un hermoso pueblo llamado Las Herrerías, todavía en la provincia de León, llevamos un buen ritmo pues el terreno aun no era muy exigente, la hora de comer nos vino encima justo al llegar a tan bonita localidad, nos sentamos en la terraza de un bar regentado por una inglesa, por cierto muy guapa y amable, comimos un buen filete de ternera y una ensalada, o al menos eso creo recordar, lo que recuerdo es el prado verde de enfrente lleno de vacas y al fondo un riachuelo que le servía de límite, el tiempo excepcionalmente bueno ayudaba al relax, sabíamos que nos quedaba lo más duro, la subida a La Faba y luego el Cebreiro ya en tierras gallegas.



      Después del café montamos en nuestras bicicletas para llegar cuanto antes al Cebreiro pues no teníamos habitación reservada. Pasamos La Faba sin novedad y nos lanzamos a por el Cebreiro, y no por la carretera, sino que cogimos una pista de tierra a nuestra derecha por donde subían los peregrinos a pie, nos conjuramos subirla aunque pusiéramos el pié en tierra en algún momento. La pista ya en cuesta desde un principio tenía buen firme, pero a medida que subíamos por tramos se rompía, el paisaje que se veía era excepcional y nos animaba a continuar, en toda la subida no encontramos a nadie con vida, pedaleamos con ímpetu para vencer la dureza del camino y cuando por fin atisbamos la primera zona habitada, La Laguna, todavía en cuesta, dimos con un grupo de peregrinos a pié, que al vernos venir sufriendo en la subida se pusieron a animarnos, tal parecía, salvando las distancias, una llegada de una etapa del Tour de Francia, sacamos fuerzas de donde apenas había y coronamos O Cebreiro en medio de gratificantes aplausos.






   






     Ya en el pueblo Do Cebreiro con sus típicas casas techadas con paja seca, resultó que ya no había alojamiento, estaba todo completamente ocupado, ni albergues, pensiones y hoteles tenían alguna habitación disponible. Casi sin batería teníamos que buscarnos la vida, con la ayuda de la guía turística que allí había encontramos alojamiento a unos quince km. en O Vicedo, nos advirtieron que en dos horas cerraban, cargamos las baterías una hora en un bar donde paramos a saciar la sed y fue suficiente para llegar.




                                                          2ª Etapa de O Vicedo a Portomarín
                                                                     Viernes 20 09 2019

     Al dia siguiente desde O Vicedo bajamos con dirección Triacastela, hermosa bajada por senderos en buen estado aunque en zonas eran estrechos y con curvas cerradas que atravesaban pequeñas aldeas de cuatro casas lo más. El paisaje del valle con sus cañadas resultaba encantador, al penetrar en el fondo del valle pronto llegamos a Triacastela, sitio donde también sellamos la Compostela. Continuamos hasta Samos donde paramos y reparamos un pinchazo, luego rodeamos el monasterio continuando hasta Sarriá. A  la salida de esta población ya con dirección a Portomarín paramos a comer en un restaurante llamado O Romeo lindante con la carretera donde repusimos fuerzas y algo más.



   
 Digo algo más porque al llegar a Portomarín eché en falta la mochila donde guardaba las gafas de sol, ropa de aguas y la tablet. El primer gran despiste acababa de producirse, luego habría otros, lo arreglé con veinte euros que fue lo que me cobró la amable taxista de Portomarín por regresar al restaurante y volver. Increible que alguien pedalee tantos km. sin notar la falta de una mochila que, a tu espalda, siempre viaja contigo.

 

      Pero la guinda del pastel se iba a producir poco después al ir a cenar a la plaza principal de Portomarín donde ya habíamos estado unas horas antes. Caminando por la plaza cara al restaurante donde íbamos a cenar, mi compañero de fatigas vio un casco de ciclista arrimado a un macetón, cuando lo vio le resultó familiar y con el en la mano se dirigió a mi, preguntándome si reconocía el casco, era el mio, lo olvidé allí y durante todo ese tiempo, incluso andando en bici ni cuenta me dí. Bueno el rey, ¡¡¡que digo el rey!!!, el campeón del mundo del despiste acababa de coronarse y era yo. Lo estaba viendo y no lo acababa de creer, no perdí la cabeza porque esta está unida firmemente al cuerpo, sino la habría perdido hace tiempo.



      Al terminar de cenar llamamos un taxi para regresar al hotel que se encontraba en las afueras, y resultó que la misma taxista que me acercó al Romeu a por la mochila nos recogió. Cuando le comenté lo del casco no lo podía creer y todos quedamos de acuerdo que mi caso era patológico y digno de un estudio científico, pero para todo hay un reverso, al día siguiente rematamos con otro despiste, y no mío.




                                                     

                                                    3ª Etapa de Portomarín a Arzúa
                                                                 Sábado 21 09 2019

     Amenazaba lluvia, pero por suerte solo quedó en amenaza, salimos pedaleando camino de Melide donde teníamos previsto comer. El camino discurría por veces recto y a la par de la carretera, se empezaba a apreciar su grandeza, a estas alturas cientos de peregrinos a pié y en bicicleta deambulábamos cual hormigas con paso firme y continuado, los cientos acabaron por ser millares, para poder adelantar al gentío, por veces transitábamos por la carretera que discurría paralela, pero el camino acabó por bifurcar hacia prados y vegas, por momentos se hacía difícil pedalear en medio de tanto peregrino, sobre todo por la estrechez de la calzada, gracias a un pequeño y disimulado timbre, los peregrinos a pié se iban apartando, ¡¡¡buen camino!!!, ¡¡¡buen camino!!! a todos les deseamos y con una sonrisa, en la mayoría de los casos nos saludaban, a partir de aquí el saludo "buen camino" se hizo viral y se multiplicó por mil, hasta que por fin, ya con hambre llegamos a Melide y justo en una intersección a la vera del camino encontramos una pulpería donde paramos a comer, pulpo por supuesto y carne "a o caldeiro", mientras comimos nos dejaron recuperar batería, y en un negocio aledaño de bicicletas, me cambiaron las pastillas del freno trasero que acabé de quemarlas al bajar el Padornelo.


 


      Después de haber papado bien y con las bicis a punto continuamos dirección Arzúa, la lluvia amenazaba pero al final solo cuatro pingüeiras cayeron. En Arzúa nos alojamos dispuestos a llegar a Santiago al día siguiente, pero como de despistes iba la cosa, mi compañero echó en falta su mochila, cosa de la que yo tampoco fuí consciente a pesar de que durante el camino fuí muchas veces a su espalda. Como la vez anterior con una llamada telefónica supimos de ella en Melide. Esta vez tuvo que ser él el que retrocedió, en un par de horas regresó, lo hizo por la carretera con su bici, una máquina.





                                                               4ª Etapa de Arzúa a Santiago
                                                                     Domingo  22 09 2019

     Aquel que me conoce sabe de mi agnosticismo, pero también sabe de mi respeto por los creyentes que son consecuentes, por sus obras y no por sus palabras los reconocereis.


 


     Miles y miles de personas transitan todos los días cual hormigas por El Camino, proceden de diferentes culturas y nacionalidades e incluso de diferentes religiones. Con mis propios ojos vi como chinos, japoneses, australianos, sudafricanos, argentinos y así hasta de 179 países diferentes, caminaban incansables cara Santiago de Compostela, no acababa de entender muy bien el porqué, pero me vi a mi mismo y pronto lo comprendí.

     Esta última etapa la hicimos en volandas y también fue la mas corta, cuarenta km., si en las anteriores etapas nos esforzamos en ir en el modo eco, para sufrir el camino como cualquier peregrino y al mismo tiempo estirar la duración de la batería, en esta última, la mas corta la exprimimos a tope pues no queríamos hacer esperar a nuestros familiares. Que nadie piense que fue cómoda, fue la más rompepiernas de todas, subidas y bajadas continuas hasta llegar a O Monte do Gozo, desde donde empezamos a apreciar las torres de la catedral.








       Fuimos sorteando el tráfico de la ciudad y poco a poco penetramos hasta finalizar nuestro camino en la Plaza del Obradoiro y, sorprendentemente, yo que no suelo ser muy sentimental, me emocioné de tal forma que unas lágrimas traicioneras inundaron mis ojos y me hicieron comprender el porqué del peregrino y su fe.

   
      
                                                                                FIN