España es un país lleno de repugnantes sabandijas, personajes que nos quieren hacer creer que su linaje procede de una muy alta alcurnia, cuando no son más que exhibicionistas frustrados y acomplejados que se valen del poder de sus mentores para medrar. Esta calaña de sinvergüenzas suelen retratar su catadura en lienzos para la posteridad, se disfrazan de chirigoteros medalleros para resaltar su circunspecta facha de horteras llenos de prepotencia y falsedad.
Estos elementos a los que han consentido su enriquecimiento sus correspondientes patrocinadores, demuestran con sus posados una estupidez que los incapacita para desempeñar no ya un cargo de representación, sinó cualquier otro que implique un mínimo de responsabilidad. Su incompetencia, su vulgaridad y su ridiculez son de tan calado que mas bien parecen tarados, y digo parecen, porque hay que ser muy listos, ha pesar de su apariencia de tontolabas, para enriquecerse a cuenta de los contribuyentes sin que los servicios prestados supusieran ningún beneficio al Estado. Algún secreto ampara a estos tres, pues con ellos todo parece estar al revés.
