sábado, 11 de mayo de 2013

OBREROS E INTELECTUALES


     El valor del trabajo manual es evidente, claro y diáfano, sin trampa ni cartón. Se evidencia perfectamente un buen resultado de un mal resultado, es tangible y congruente con unos parámetros previamente establecidos, es autentico y fácilmente contrastable y controlable.
   
     El valor del producto del trabajo intelectual puede ser evidente o no evidente, claro o oscuro, con trampa  o sin trampa. Cuesta discernir la verdad de la mentira, es manipulable y acomodaticio para los intereses que resulten convenientes, es intangible y puede ser incongruente, vamos que los que han hecho y desarrollado las leyes dejaron resquicios para colar las trampas de los intelectuales. Todo el entramado intelectual de este país parece estar hecho para sacar provecho del trabajo manual. Los trabajadores obreros lo producen y los del intelecto lo gastan, lo malgastan o lo roban según el caso. 

     En los tiempos que corren el corsé del trabajador manual está tan apretado, que si se le da una vuelta  de tuerca más, se corre el riesgo de estrangulación. Por eso ahora toca ajustar cuentas con los intelectuales que son los culpables verdaderos de la crisis, pero estos se las saben todas y, tratan por todos los medios de salvarse echando la culpa a los trabajadores manuales para que paguen por ellos. Los que toman las decisiones tienen que asumir su responsabilidad, para eso cobran mucho más, si se equivocan o violan la ley desgraciando el bienestar de los del trabajo manual, tienen que responder por ello en los tribunales y estos tienen que hacer justicia, y no divagar simpatizando intelectualidad. Una clase social maneja todos los resortes del poder y la otra mira, aguarda y se desespera.

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