Practicamente todo el poder mediático al servicio del sistema se dedicó ha alabar al nuevo rey, ninguna voz disonante durante una ceremonia en la que se entremezclaron traidores con aduladores, cuanta hipocresía.
El ya rey Felipe VI comete la primera torpeza como es inclinar la cabeza ante un ser cínico y abominable como Rouco Varela, mal empieza con semejante gesto, quizá producto de los nervios, que indica debilidad e inseguridad por parte del que dicen es el mejor preparado para pilotar la nave de una monarquía parlamentaria que solo se sustenta en la conveniencia y la propaganda.
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