Su cadera es como una duermevela, vayas por donde vayas, entres por donde entres ahí está la cadera del rey recordándote que eres, aunque no quieras, súbdito de él. Es patético y de pandereta hispánica tanta parafernalia inútil y torticera, el tontismo de nuestros gobernantes y del poder mediático es comparable a la estupidez suprema. Idolatran al rey hasta tal punto que le ríen las gracias a un ser que representa a una institución vulgar, inútil y obsoleta. Este venerable anciano de comportamiento hipócrita y anticristiano a vivido como Dios a cuenta del erario, todo lo que de bueno pudo hacer ya lo ha cobrado y bien cobrado, por lo tanto a que viene tanto maniqueísmo barato.
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