jueves, 1 de agosto de 2013

PRÍNCIPES, EMINENCIAS Y EXCELENCIAS REVERENDÍSIMAS


     A pesar de no ser creyente ni practicante de religión alguna, pienso que la mayoría de las personas creyentes, equivocadas o no son buena gente, pero como en toda organización de este tipo a los que ejercen el poder se les nubla la mente y a los seguidores la tradición les condiciona el subconsciente . Hay que ser muy fuerte y tener unas convicciones  muy claras y bien arraigadas para abrirse paso entre tanto adoctrinamiento hipócrita y falsario. Lo esencial es la trasparencia y la honradez a través de un exquisito trato de respeto para todos y cada uno de nosotros, seamos creyentes o no.

      Lo que no se puede es imponer nada mediante la presión, amenaza y condena, hay que convencer mediante el ejemplo y no mediante actos de fe. Francisco tiene buena intención e intenta coger camino, pero le falta valor y yo lo entiendo. Cardenales, Arzobispos, Obispos, Vicarios y Preceptores Apostólicos son jerarcas que se hacen llamar a sí mismos Príncipes de la Iglesia, Eminencias y Excelencias Reverendísimas con derecho a honores de armas, himno nacional, según el caso, y desfile militar cual Capitán General. Ante esta parafernalia militarista y de gran boato ornamental, verbal y protocolario, uno por veces se acojona y abandona, este discurso asusta y más se  parece a una casa de terror que a la casa del amor que predicó Jesús el hijo de Dios. El dijo lo que dijo, y todos sabemos que El nunca se juntaría con semejante jauría y condenaría tanta falsaria hipocresía.  

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