viernes, 26 de julio de 2013

Todo es pedal pero no es igual I: APRENDIENDO


      Se que el comportamiento humano es por veces sorprendente; tenemos manías, aficiones, costumbres y adquirimos hábitos que nos hacen ser como somos. Yo mismo, durante casi veinte años, pedaleé con constancia y disciplina espartana, en una bici estática, una media de 100 km. a la semana.
 
       Lo que al principio era fuerza de voluntad y sacrificio, luego resultó terapia y beneficio, a la larga se convirtió en necesidad con síndrome de ansiedad por practicar un ejercicio aparentemente monótono, duro y aburrido.

       Estos días atrás y a punto de entrar en la década sexagenaria, me empeñé en aprender el arte del pedaleo con una bici en movimiento. Aprovechando una rampa larga, recta y tendida, que da acceso a la casa donde vivo, comencé a lanzarme por ella en una bici sin pedales. Al principio resultó algo frustrante, pues a los pocos metros apoyaba el pié por miedo a caer, pero poco a poco, con constancia vencí a la circunstancia y conseguí deslizarme por toda la cuesta con equilibrio desde el principio hasta el final. La sensación era triunfal.

       Después de unos días practicando sin pedales y sin ninguna caída para reseñar, llegó la hora de la verdad, con una Orbea practicamente nueva me dispuse a pedalear; puse mi pié sobre el pedal derecho y el impulso me llevó varios metros, pero no conseguí despegar. A pesar de la frustración sabía que lo iba a lograr, hasta que por fin en una de estas lo logré y pedaleé en línea recta hasta que tuve que girar, y ahí empezó mi primera dificultad. De lo primero que te das cuenta es que para andar bien se requiere dedicación y paciencia, y en esas estamos hermanos, preparándome para induranear lo que se pueda y más.  

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