sábado, 1 de junio de 2013

LA MATO Y SU PUTO MORRO


     Ana Mato parece o quiere hacer parecer que es una mujer vulnerable y maltratada por circunstancias ajenas a su voluntad. Su ex, un ser cruel y egoísta, se dedicó a sus espaldas a acaparar dádivas y prebendas a las que ella nunca tubo acceso con conocimiento de causa, era tan ingenua que si un día aparecía un coche de superlujo en su garaje no lo reconocía como tal, era un coche sin más. Ella y su ex formaban una pareja prototipo de una clase social conservadora, de derechas, bien educada y preparada para saber discernir lo que estaba bien de lo que estaba mal. Sobre el papel tenían unos ingresos suficientes para vivir sin complicaciones. Pero a pesar de su moral cristiana, católica, apostólica y romana, se dejaron tentar por el demonio de la ambición pecaminosa y entraron a saco cuando la oportunidad acabó llamando a su puerta.

     Una cosa lleva a la otra y lo que empezó como un juego inocente pronto se convirtió en vicio y corrupción, nada fuera de lo normal, todo o casi todo el mundo lo hacía y nunca pasaba nada, hasta que un día pasó. Se descubrió el pastel de las prebendas, dádivas y agasajos varios a la familia de la supernumeraria del Opus Dei y hoy ministra de Sanidad.

      Ahora que ya está donde quería, en el machito de un ministerio, esta creyente de lo más conveniente, se dedica a desmantelar la sanidad pública de calidad, eliminando puestos de médicos de alta cualificación y  sustituyéndolos por capellanes negros como cuervos, para consolar el sufrimiento de los enfermos. Esta devota cristiana, antepone la reparación del alma de los pacientes, pues es más práctico y barato que la sanación del cuerpo. Como dicen en la secta a la cual pertenece, el alma es virtud y esperanza de vida eterna, el cuerpo es carne de pecado y nos envilece y empobrece. Hipócritas.

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