viernes, 30 de diciembre de 2016

SONRISA SARDÓNICA


     Por razónes de trabajo he conocido algunas personas que de otro modo no conocería, sobre todo si se trata de personas relevantes que se dedican a ejercer la política y el liderazgo. Yo que no soy psicólogo presumo de calar bastante bien y de forma inmediata al personal. Hasta ahora pocas veces me he equivocado al enjuiciar al prójimo, no somos tan diferentes unos de otros y nuestros intereses suelen ser comunes, con esto no quiero decir que yo mismo sea mejor o peor que los demás. La imagen que nos llega de aquel que es relevante suele estar distorsionada, por eso una conversación, incluso irrelevante, cara a cara, sirve para calar la catadura moral de la persona que tenemos enfrente y por desgracia en el mundo de la política, la desfachatez y la hipocresía están a la orden del día.

      Cuando un político, que además es tu jefe, te invita a pasar por su despacho y te dice con una sonrisa sardónica que puedes ir allí a pedirle cualquier cosa que el pueda hacer por ti dentro de sus posibilidades, saltándose todos y cada uno de los procedimientos, algo no funciona bien por lo menos para mí, para los desvergonzados arrivistas fue puente de plata para arreglar lo suyo. 

      En la empresa pública hay una máxima que late en espíritu y no en letra, tú me ayudas y yo te ayudo. Esto que es algo etéreo, siempre está flotando en el aire, pero está al alcance de los más "espabilados" y aquí no hay ideología "tanto tienes tanto vales". Seas sindicalista del sindicato que seas, seas de izquierdas o seas de derechas, a la hora de mamar todos somos mamíferos. Las cosas son como son y están como están, si quieres saber más solo hay que tirar del hilo, siempre te lleva al ovillo. Con esa sonrisa sardónica, que tanto obnubiló a sus votantes de izquierdas y derechas sigue dominando la escena cual caballero espoleando a su montura, y con su oportunismo va cabalgando de nuevo sobre una lozana jaca andaluza.

     

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