En mi bendita ingenuidad siempre pensé que un empotrador era un montador de armarios empotrados, pero no. Tuvo que ser un espetero malagueño, empotrador él de más de tres mil mujeres según me contó, el que me hizo caer del guindo.
Aunque con reservas, vi a aquel hombre con cierta admiración por ser el poseedor de un record que creí imbatible, pero cual fue mi sorpresa cuando leí estos días atrás, que el mayor empotrador del reino de España era el propio rey emérito con cerca de cuatro mil empotramientos, todos ellos con distintos congéneres o congéneras, vaya vd a saber.
Con una misma mujer, o sea la parienta, el record no es para nada grandilocuente, pero la cosa cambia cuando le pasas el "cepillo" a tal variedad societaria. Poco amor y mucho vicio es necesario para mantener el pabellón de empotrador bien alto. Con el paso de los años pierdes potencia pero ganas destreza o eso al menos es lo que nos dicta la experiencia.
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