El juego de las prebendas tiene consecuencias y todo faborecido lleva el estigma de un perjudicado, al final todo se acaba sabiendo aunque haya prescrito el delito pero no sus consecuencias. La corrupción no solo es cosa de los poderosos, las corruptelas llevadas a cabo en las empresas del sector público: por trabajadores mandileros, gestores polítizados y sindicalistas arribistas son un cancer que corroe la igualdad, el mérito y la capacidad, fomentando la incompetencia, desidia e inutilidad.
Desde que el sindicalismo entró este juego, las diferentes organizaciones sindicales se afanan mediante una absurda rivalidad, en arrogarse el mérito por enchufar a los suyos (hijos, primos, amigos y demás familia) y todo esto con la proporcionalidad previamente negociada en base a su representación y respetando la cuota del gestor de turno. Esto llena de satisfacción a los directivos que después de cumplir con sus compromisos dejan en manos del sindicalismo para mandileros el resto del reparto. Divide y vencerás al colectivo este es el motivo por que de las facciones debilitadas solo sacan ganancias los arribistas, serviles y oportunistas.
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