viernes, 17 de enero de 2014

DELITOS


     Hay empresas, sobre todo las públicas, en las que el compadreo es norma común entre políticos, sindicalistas y cargos ejecutivos. Políticos que se autodenominan según el caso, de derechas o de izquierdas se dedican en la mayoría de los casos, salvo pocas y honrosas excepciones, a la prevaricación y al cohecho. Lleva tanto tiempo sucediendo así, que parece el estado natural de las cosas y ya nadie se sorprende ni se asusta por estas prácticas delictivas. Todos estos políticos, sindicalistas y cargos ejecutivos saben que si hacen las cosas bien  van a sacar tajada en forma sobre todo de nepotismo (empleo para familiares y amigos), ascensos de categoría, y comisiones ilegales como dádivas y sobresueldos en negro. Tácitamente todos ellos están de acuerdo en lo que de verdad les interesa, la responsabilidad en la gestión siempre está ahí como una cortina engañabobos. Los recovecos que la legislación ofrece, son aprovechados por unos y otros para colar toda clase de trapacerías y siempre se mueven en el límite del filo de la navaja, porque saben que si son descubiertos sus delitos quedarán solapados por otros que mediáticamente tienen mayor atención.

      Estos delitos que practicamente pasan desapercibidos son legión y apenas se le presta atención, pero fueron tan numerosos no hace mucho, que las consecuencias continúan en el tiempo, y ahora paradójicamente pagan la purga los más inocentes. La justicia está desbordada y ocupada con los delitos mediáticos, siguiendo el juego de la distracción generalizada para al final quedar todo en nada. Ni unos delitos ni los otros serán castigados con la ejemplaridad necesaria y la injusticia quedará arraigada en la conciencia colectiva, los inocentes como siempre pagaran las consecuencias de un sistema deprimente.

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